Cuando pensamos y hablamos sobre fotografía lo primero que se nos viene a la cabeza es la imagen de una cámara, una fotografía captando la realidad y un fotógrafo. ¿Pero cuál es el verdadero significado de esta palabra? Muchos de nosotros la describiríamos como a una filosofía de vida, una terapia alternativa a las ya conocidas, una vía de escape o simplemente un estilo de vida. La fotografía es un reto, el objetivo de capturar el mundo real y todo lo que ocurre en él.

En los últimos años, las fotografías han tenido especial importancia en nuestras vidas, sobretodo ahora, donde nos encontramos en un mundo en pausa por el COVID19. Ahora muchos de nosotros escogemos la fotografía como otra forma de terapia en la que coger una cámara de fotos sirva para buscar la magia silenciosa de lo cuotidiano y sentir que reconocer la belleza en los pequeños detalles que nos rodean es reconfortante.
Nos planteamos recurrir a la fotografía cuando programamos eventos importantes para nosotros: una boda, una comunión, una fotografía en familia, una fiesta de cumpleaños, un viaje en pareja o con amigos. Fotografiamos momentos e instantes, que quedarán en nuestra memoria, y heredarán nuestros herederos, y que nos servirán para no olvidarnos jamás de la importancia de vivir y ser feliz con todo aquello que nos rodea.

La fotografía sirve para redescubrirnos a nosotros mismos. Parar el tiempo en una sola captura para añadir un significado y un valor plenamente especial a ese momento determinado. Aquí es cuando entra en juego las llamadas experiencias fotográficas. ¿Que son? ¿Para que sirven? ¿Vale la pena invertir en eso? Muchas son las dudas que se nos pasan por la cabeza al pensar en ello y que muchas veces hacen que pensemos demasiado para acabar por no llevarlas a cabo, pero la respuesta suele ser siempre la misma: No te lo pienses dos veces y adéntrate en esta experiencia increíble inmersa de emociones, sentimientos, risas… porque créeme, vale la pena.

Disfrutar de una experiencia fotográfica es totalmente recomendable, es más, en el momento en que pisas por primera vez el estudio fotográfico ya estas disfrutando como un niño pequeño. Nervios, emoción…son algunas de las emociones que sentimos en ese momento y que, sin darnos cuenta, nos sentimos exactamente igual que de niños. Hay momentos que nos causaban nervios, emoción, felicidad porque para nosotros eran experiencias nuevas y únicas que quedarían en nuestro recuerdo para siempre.

Regalaros una sesión de fotos para compartir con los vuestros y conservar siempre el recuerdo de este momento. Nunca se sabe lo que puede pasar mañana, y la fotografía llenará el álbum de vuestra historia de preciosas imágenes.